EL ARTE SACRO SE INCORPORA A LA OBRA DE ONÉSIMO COLAVIDAS.
El artista catalán, natural de El Pont d’Armentera (Tarragona) y afincado en Barcelona, pone toda su creatividad artística en dos grandes obras de contenido religioso –Mª Magdalena, patrona de su pueblo natal, y Jesús de Nazaret– todo un reto para este pintor que hasta mediados del año pasado nunca había trabajado con temas de índole sacro. Los dos trabajos, de grandes dimensiones (1,80x1,40 m), están situadas en l’Eglise St.Paul de Perpignan (Francia).
Mª Magdalena, pintada sobre lino belga, fue un encargo para una iglesia románica del siglo XIII. Para esta primera gran obra, Onésimo Colavidas ha tenido que investigar sobre la figura de María Magdalena. Desde la Biblia, hasta libros de historia y artistas renacentistas, el pintor catalán descubrió una mujer especial para su época. “Aparece retratada por la historia de la pintura como una mujer insegura, débil, y temerosa de su entorno”. Por esta razón decidió aportar su estilo personal con el método del Alto Renacimiento veneciano para poder retratar “una mujer con facciones de nuestros días, singular, de gran fuerza interior, con una fascinación y belleza que transmite un espíritu de humanidad hacia los demás”.
En cambio, Jesucristo, también retratado con facciones de nuestros días, no fue un encargo, sino que el mismo artista se impuso la tarea de retratarlo ya que veía la necesidad de que Mª Magdalena estuviera acompañada por la carismática figura del Nazareno.
Si a Mª Magdalena la encontramos en un entorno totalmente catalán (El Pont d’Armentera y el Monasterio de Santes Creus en la ruta del císter), el Jesucristo de Colavidas aparece emergiendo del desierto después de haber estado vagando por él durante 40 días, tal y como dicta la Biblia.
La complejidad de las dos creaciones está patente en el lienzo. Intentar ser fiel a su estilo mientras se aproximaba todo lo posible al Renacimiento Italiano, y al mismo tiempo aplicar el denominado “Divina Proportione” no ha sido tarea fácil, aunque tal como indica su autor: “probablemente ha sido la obra más compleja que he hecho hasta la fecha. Intentar compaginar dos estilos y ser fiel a ambos ha originado una especial dificultad, y más cuando consideramos que los maestros del Renacentismo eran especialistas de la naturaleza y la anatomía humana. La búsqueda constante de la belleza y la eternidad a través de la “sección dorada” también me ha conllevado a tener que estudiar el arte griego, e incluso el egipcio, por lo que en mis obras encontramos reflejado un “coupage” de estilos que buscan transmitir la perfección de la belleza desde todos los sentidos. Podría simplificar y decir que ambas reflejan el resultado artístico de un gran reto personal.”
Onésimo Colavidas utiliza todo lo que tiene a mano para poder plasmar SU ARTE, su visión personal e intransferible sobre el lienzo. En el caso de estos últimos dos trabajos, descubrimos resinas sintéticas, colores poliméricos sobre imprimación de yeso y cola, preferidos por el artista porque los tonos obtenidos son más brillantes que los del óleo, aunque también mucho más difícil debido a su rápido secado. “Me gusta ir siempre en todo a contracorriente, y cuanto más me cuesta esforzarme en conseguir lo que quiero plasmar, mucho mejor” apostilla el artista mientras deja bien claro que las obras deben ser exhibidas allá donde sean valoradas y apreciadas, y en este caso será Francia quien acoge a una Mª Magdalena y a un Jesucristo quienes, aparte de su vestimenta, son personas de nuestro tiempo.
El artista no indica el tiempo dedicado a estos trabajos ya que es más importante hablar del don y la experiencia acumulada que la temporalidad en días y meses que ha utilizado para realizar una visión personal, que ha estado reflexionando largamente, pero jamás plasmado sobre papel o lienzo hasta ahora. Para reforzar su argumento, Colavidas deja patente que “Leonardo da Vinci llevó consigo la tabla de “La Mona Lisa” durante 10 años, hasta su muerte en Francia, y éste fue el país que primero supo apreciar, admirar y dar a conocer su Arte al mundo.”
Reproducir el esplendor del Renacimiento en el siglo XXI, manteniéndose fiel a su estilo personal; realizar dos obras de gran fuerza religiosa no solo es un hito personal del artista, sino también un hito para el arte de nuestros días.